En la antigua China, un plebeyo llevó una
gema para ofrecérsela a un funcionario. El funcionario se negó a
aceptar. El hombre dijo,
“El joyero me ha informado de que es una gema de gran calidad. Por eso decidí ofrecérsela. Sería un gran honor si la aceptara”.
El funcionario dijo: “Tienes una piedra preciosa auténtica. Mi falta de codicia también es una joya. Si acepto tu regalo, ambos perderemos. ¿No es mejor que lleves tu gema a casa, de esa manera ambos todavía tendremos nuestros tesoros?
* * * * *
Los antiguos sabían cómo vivir: la gente de abajo estaba agradecida con los de mayor estatus, quienes a su vez los cuidaban como si fueran de la familia. Como consecuencia, el país estaba en paz y era próspero.
Además, la gema en su corazón vale muchas veces lo que la gema en el exterior.
“El joyero me ha informado de que es una gema de gran calidad. Por eso decidí ofrecérsela. Sería un gran honor si la aceptara”.
El funcionario dijo: “Tienes una piedra preciosa auténtica. Mi falta de codicia también es una joya. Si acepto tu regalo, ambos perderemos. ¿No es mejor que lleves tu gema a casa, de esa manera ambos todavía tendremos nuestros tesoros?
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Los antiguos sabían cómo vivir: la gente de abajo estaba agradecida con los de mayor estatus, quienes a su vez los cuidaban como si fueran de la familia. Como consecuencia, el país estaba en paz y era próspero.
Además, la gema en su corazón vale muchas veces lo que la gema en el exterior.